¿Papá, me lees un cuento? ¿Cómo
negarse a un ruego así? Ayer Carmencita me sonrió con esa mirada con la que
siempre consigue todo y me trajo “El conejo Chiqui”, un cuento nuevo que le
había comprado hacía unos días y que todavía no le había leído.
La historia arranca con el Conejo
Chiqui dándose un paseo por el bosque y haciendo una serie de cosas sin ningún interés
(saltar, correr, oler las flores, hablar con su amiga Chispita, que es una
siesa sin gracia ninguna y que no aporta nada…). Se nota que el autor es
admirador de Alfred Hitchcock y suelta varios McGuffins para tratar de captar
la atención del lector. Sin ningún éxito, por cierto, porque en ningún momento
te identificas con el conejo. ¿Cuáles son sus motivaciones? ¿Dónde está el
conflicto? ¿Cuándo va a despegar la trama? ¿Es que va drogado y por eso es
aparentemente feliz a pesar de lo anodino de su vida? El caso es que después de
tres páginas estás deseando que aparezca un cazador y acabe con su agonía.
De repente la historia da un giro
acojonante y es que el conejo Chiqui encuentra un sombrero de copa y no sabe
qué hacer con él.
La leche. Chiqui quiere sacar de
la chistera a un mago para que cumpla sus deseos. Meta-magia, nada menos. Resulta
que el conejo quiere ser especial. He ahí su motivación, quiere trascender,
convertirse en un lagomorfo distinto al resto. ¿Cómo lo hará? El escritor del
cuento ha conseguido despertar nuestra curiosidad al fin. Sigamos leyendo a ver
cómo acaba esto.
Dios santo, una chaqueta, dos anillos
y un pastel y Chispita observando la escena desde lejos y agazapada… La que se
te viene encima, Chiqui. ¡Huye, maldito conejo, huye mientras puedas! ¡Te
quieren casar! Esto ha dado un giro
acojonante de cuento infantil a relato de miedo.
Al carajo. Ahora aparece
Chispitas y le hace la 360. No, Chiqui, tú no sabes “de repente” qué hacer con
las flores, la chaqueta y la tarta. No ha sido idea tuya. Es una encerrona en
toda regla. Te han engañado, Chiqui, te han hecho creer que era iniciativa tuya….
No llevas ni 5 minutos de noviazgo y ya te acusan de hacer “cosas locas”, te
dicen que no tienes que cambiar nada, que te olvides de tus inquietudes y encima te quieren hacer pasar por el altar
con argucias. Bueno, a estas alturas me caes bastante mal y que te den.
A uno le asaltan una serie de
dudas después de leer este cuento para niños. ¿Qué clase de mente enferma ha
ideado esto? ¿Cuál es el mensaje? ¿Cuál es la moraleja? Mañana le leo a
Carmencita un cómic de la Marvel. ¡Hombre, ya!