Hace
algunas semanas me compré el tomo nº 5 de los cómics de The Walking Dead
(Planeta deAgostini). Los primeros cuatro recopilatorios de la saga los
disfruté muchísimo y creo que el enfoque que se le da a la historia es muy
interesante y original.
En
The Walking Dead lo que acojona de verdad es el ser humano, los supervivientes
del apocalipsis zombie son los que cobran protagonismo poco a poco como “malos
de la película” y eso es de lo más inquietante.
Un
buen amigo me dijo una vez, en un centro comercial: “Mira a tu alrededor. Este orden,
esta aparente calma está cogida con pinzas, es muy frágil. Todo se va a la
mierda en tres segundos si suena una alarma de incendios. Este señor tan amable
que deja pasar a una anciana, le pisaría la cabeza sin dudarlo en caso de un
peligro real. A lo mejor hay alguien que se comporta con decencia, pero la
mayoría seríamos unos miserables”. Desde entonces no camino entre la multitud
como antes… En fin, de eso va The Walking Dead, del espíritu humano, de sus
grandezas y sus miserias, de lo que nos hace hombres y lo que nos deshumaniza.
Es enorme, joder. Robert Kirkman, el guionista, ya ha dicho en alguna
entrevista que pretende que el cómic dure muchos años, que sigamos el recorrido
vital de Rick y su evolución durante un largo tiempo. Pueden salir cosas muy buenas
de ahí.
Reconozco
que no soy muy aficionado al género zombie, pero, cuando estaba en la
Universidad, me tragué un ciclo entero sobre el tema en la Filmoteca. Recuerdo especialmente
la proyección de “La noche de los muertos vivientes”, de George A.Romero, y la
tertulia post-película que montamos unos amigos, con unas cervezas por delante.
La
interpretación de la trama en su contexto histórico, el desencanto post-hippie,
el crecimiento del pensamiento conservador en EEUU, la irrupción de los yuppies
y su falta de escrúpulos y su obsesión por el dinero, el conformismo y la
renuncia a los sueños de igualdad, justicia y libertad colectivas, dan una
nueva dimensión a la película. Incluso hubo alguno que apuntó que la clave de
todo es la resistencia de los protagonistas de integrarse en la masa amorfa de
la sociedad alienada y consumista… Las tonterías que dice uno con 20 años.
Tuve
esa misma sensación cuando vi “Guerra Mundial Z”, una peli de zombies bastante
descafeinada para que entrara en la clasificación por edades que le aseguraba
un mayor público. Ni una triste gota de sangre se ve. Bien, pues aquello me pareció metáfora sobre
los miedos del Primer Mundo al fenómeno de la inmigración (recordad la escena
del salto del muro, sólo les faltó ambientarla en Melilla), y, perdonen mi
paranoia, la amenaza del yihadismo.
Hablando
de masas alienadas, ¿qué me decís de “Dead Seat”? Parte de la mejor premisa
jamás creada: se desencadena una invasión zombie y sólo sobreviven los
concursantes de Gran Hermano, que están encerrados en el equivalente británico
de la casa de Guadalix. No os destripo más cosas de la trama, mejor la veis que
se le puede sacar mucha punta.
Nota: Las viñetas que aparecen en la entrada las he modificado para echar unas risas. ¿Hay que pagar derechos de autor?