He vuelto de París con el convencimiento de que ganar la batalla de Bailén ha sido una de las mayores desgracias que nos han podido suceder como país. Un siglo de afrancesamiento no hubiera venido nada mal. Ahora disfrutaríamos de unos derechos sociales estupendos, nuestros postres serían aún mejores y en los parques estaría prohibido pasear perros y podría uno sentarse en el césped sin temor a encontrarse una desagradable sorpresa (una de las mayores señales de progreso de una sociedad, reservar los parques para los seres humanos).
En el viaje a París me terminé de leer “El antropólogo inocente”, de Nigel Barley. Sus intentos de comprender a la tribu de los dowayos y sus observaciones sobre el trabajo de campo antropológico me inspiraron para enfrentarme a los franceses de forma distinta, con amplitud de miras, sabiendo lo que me hacía. Os dejo un resumen de las conclusiones de mi semana parisina:
Les femmes: Las mujeres en París son, en general, muy guapas. La verdad es que yo solo había trabajado la zona vasco-francesa y he conocido auténticas bellezas.
Bonitas vistas de París.
Lo malo de las jóvenes parisinas es que luego ves a sus madres, te imaginas en qué degenerarán esas ninfas, y te vienes abajo.
Los franceses son muy celosos de sus costumbres. Está mal visto, por ejemplo, pellizcar el culo de las mujeres que te cruzas por la calle, a menos que se esté tarareando La Marsellesa, en cuyo caso este comportamiento se tolera. No obstante, si uno enarbola una bandera francesa y lleva una peluca Luis XIV, puedes hacer un perrito chico con el aplauso del público.
Celebrities: Me crucé con varios cineastas famosos. Lo que más ilusión me hizo fue ver, el primer día, a Rick Moranis, que ahora es mujer, es argelina y lleva velo.
Rick, antes de su cambio de sexo.
En el museo del Louvre me crucé con Takeshi Kitano. La gente le hacía más fotos a él que a la Venus de Milo. A punto estuve de darle un abrazo y decirle que lo admiraba mucho. No tanto por Hana Bi, una peli que me encanta, sino por ser el creador de Humor Amarillo. Aquí os dejo una foto del momento.
Takeshi, que no iba acompañado del Chino Cudeiro. Una pena.
Moda: O se ha vuelto a poner de moda la raya diplomática y los zapatos en punta o he dado con una convención de la mafia.
Transporte: Si eres David Meca puedes llegar nadando o si vas de promesa, tienes la opción de hacerlo andando. Dejando aparte estas extravagancias, lo normal es llegar a la ciudad por avión. Te puedes pillar plaza en una compañía de bajo coste por cuatro duros. Tuve suerte. En Ryan Air solo me llamaron escoria cada 20 minutos, me dieron latigazos pero flojito y me escupieron una vez, pero dio en los zapatos. El metro funciona estupendamente y está lleno de simpáticos rumanos que te piden dinero haciéndose los sordomudos mientras hablan entre ellos a gritos, lo que te hará sentir como en casa.
Si alquilas un coche en París y llevas túnica, gafas años 60 y adivinas el futuro, no podrás aparcar en muchos lugares. La prueba aquí:
Integrarse en la sociedad francesa: Como Nigel Barley, también traté de adaptarme a la cultura aborigen para tratar de pasar desapercibido. Me puse una boina, una bufanda y una baguette asomando de un bolsillo. Hay que tener cuidado con esta técnica. Puede darse el caso de que, por error, en lugar de una baguette te metas en el bolsillo un mollete de Antequera, por poner un ejemplo, y los indígenas franceses te tiren al Sena al grito de “Impostor, impostor”.
Café: El café crème se suele servir en piscinas de Toi. Si eres hipertenso, hay que tener cuidado, porque te dan taquicardias que te duran de 15 a 20 minutos. Existe un caso documentado de un turista finlandés que se tomó un café el 2 de junio de 2.009 y no parpadeó hasta mayo del año siguiente.
París no es caro: Pues sí, París no es una ciudad cara. Si uno se lo monta bien puede tomarse dos pintas de cervezas por poco más de 20 euros. La prueba, aquí:
Sabía que me iban a clavar, el Trocadero es caro, pero llevaba 2 horas andando por la ciudad y hacía mucho calor. Pensé, “Qué coño, que me cobren 5 euros por una cerveza, me lo he ganado”. 5 euros, ¡ja! Ya me extrañó que cuando pedí la cuenta, se me acercara el camarero, me tocara el pelo, me susurrara palabras bonitas y me diera un palo para morder.
(Continuará, falta lo más interesante)
Grandes experiencias!! Jajaja
ResponderEliminarEstoy convencida de que detrás del intento de huida de la novia de Alberto de Mónaco estás tú, seguro que la enamoraste locamente y quiso huir contigo, pero luego le cantaste la canción del Arrebat"buscate un hombre q te tenga llenita la never" y la dejaste desconsolada jajajaj :)
MUY BUENO... ESPERANDO LA SEGUNDA PARTE
He tenido un afortunado tropezón con tu blog. Felicidades por esta crónica parisien, procederé con el resto gratamente.
ResponderEliminarGrande!!!
ResponderEliminarSe te echaba de menos...
No tardes con la segunda parte...seguro que te reservas lo mejor!!!jajaja!!
¡impostor, impostor! ;p
Muaaa
Estimado señor de Gorostidi, bonita ciudad de la tierra media.
ResponderEliminarNo puedo más que excusar a las rumanas a las que hace usted referencia por su poca pericia a la hora de hacerse pasar por sordomudas, a de entender usted que en Rumanía nunca emitieron los ladrones van a la oficina, por lo tanto no pudieron aprender de la actuación del señor Resines.
Por otro lado me voy a permitir darle un consejo para la próxima vez que vaya a tierras francesas y quiera mimetizarse con sus pobladores. No es necesaria boina, bufanda ni cualquier otra prenda de ropa como la baguette a la que hace usted referencia, bastará con quemar algún que otro coche y muy importante, si ve pasar un camión de fruta español, salir corriendo detrás soltando gemidos que asustarían al mismo diablo al estilo Resines, provocando así una reacción en cadena con el camión volcado como consecuencia.
Quizás me he precipitado y todos estos puntos los trata usted en la segunda parte de esta historia. Quedome a la espera de la misma.
Un saludo cordial.
DRioja.
..Que grande sos Juan,, que grande....
ResponderEliminarMe voy a guardar esta entrada:
ResponderEliminarMe voy a París en 10 días.
A la semana subtitulo una media de 2 programas de "Humor amarillo", como puedes deducir, adoro a Takeshi y, sobre todo, al general Tani.
Me lei "El antropólogo inocente" en la carrera y, desde entonces, no paro de recomendárselo a todo el mundo para aplacar la astenia de cualquier estación, (igual que tu blog ahora).
Como siempre, GRACIAS, JUANITO!!!
P.D. París es tan barato como Barcelona por lo que veo.
Ehhhh, nuestros postres ya son los mejores!!!! Te faltará probarlos..
ResponderEliminarEstimado Gorostidi:
ResponderEliminarMe llama la atención su referencia al atraso español en cuanto al tema de los perros. Debería usted saber antes de escribir nada, que si Francia muestra un adelanto en algo, es precisamente en su flexibilidad a la hora de admitir perros en restaurantes, bares, hoteles, transportes públicos... El hecho de que haya visto unos jardines donde no se admitan animales, no quiere decir que la ciudad esté exenta de canes. Por eso sí, estoy de acuerdo con usted, deberíamos aprender de los franceses y mostrarnos más tolerantes en ese aspecto, teniendo en cuenta que la presencia de un perro suele ser incomparablemente menos molesta que la de los niños pequeños. En el campo de la gastronomía en cambio discrepo, por mí puede quedarse con todas las ancas de rana que quiera, que así seremos menos a repartir aquí.
Un saludo.
Estimado señor Anónimo:
ResponderEliminarEnhorabuena por El Lazarillo, en primer lugar... Me parece muy bien que admitan perros en hoteles y transportes públicos. Eso no lo discuto. Pero si me dan a elegir entre un perro y un niño que llora, me quedo con el niño,porque igual te jode el oído, pero no te impide sentarte en el césped a leer.
Y las ancas de rana me las deja a mí, son una maravilla :)