Hoy, en la sección Also starring,
tenemos un texto de neoclor, donde
nos habla de las navidades (y sus cositas). A disfrutarlo muchachada.
La Navidad y sus cositas.
Seis kilos, seis, que dirían los entendidos.
Quizá algo menos pero es que, joder, ¿cómo se puede comer tanto en tan poco
tiempo? No es ni medio normal que después de toda la evolución del ser humano
sigamos comiendo tantísimo en tan solo 15 días.
El ciclo es más o menos así:
1. Se cocina durante 3 días
2. Se cena
3. Se comen sobras
4. Se comen sobras de sobras
5. Volver al punto 1 pensando en cuando acabe
todo, ponerte a dieta.
Se pone la mesa con un mantel bonito. El
mejor que tengas. Nada de manteles de plástico con naranjas y peras impresas.
Se pone uno de tela y se saca la cubertería buena. La que compraste en el chino
de tu barrio. Luego se llena toda la mesa de platos bonitos y copas finas para
los brindis con champán. Haces una foto y listo, ya tienes recuerdo de la
navidad de ese año. Si no ha quedado bien la foto, coge la del año pasado que
es igual.
Foto de mi salón tomada en 1984
Empieza a recibir los invitados y a
establecer las primeras conversaciones con ellos:
- ¿Qué tal
estás, Macario? Me alegra mucho verte de nuevo. Por fin te has decidido a venir a una cena
con nosotros, ¿no?
- Sí, sí. Me apetecía mucho estar
este año con la familia.
- Claro, joder. ¿Cómo no vas a
tener ganas de estar con nosotros después de 14 años pasando de tu familia? Imagino que
algo, aunque sea un poco, nos habrás echado de menos. Menos mal que te has
divorciado de esa bruja.
- No me he divorciado, es solo
que…
- Y yo no he dicho bruja. Parece
que no me conoces.
Luego los postres, las copas, los polvorones
y antes de acostarte, una tortilla rellena de protectores de estómago para
pasar una noche lo más tranquila posible. Y al día siguiente para terminar de
aliviar la cosa: chocolate con churros.
Desayuno ligero
Cuando uno llega a la cena de Nochebuena
viene de vuelta, como se suele decir, porque ha cenado ya con sus amigos y con
la gente de la empresa. Es cierto que de estas últimas cada vez hay menos. Me
refiero a empresas. Y amigos, a medida que va pasando la vida también suelen
quedar menos. El caso es que cuando empiezas la cena de Nochebuena ya tienes
acoplado en los michelines aproximadamente dos dedos de grasa.
Y todavía faltan mínimo dos comidas más: la
comida de Navidad y la cena de Nochevieja. Para compensar estos excesos,
tendrías que estar sin comer hasta finales de Marzo, principios de Abril.
Cuando uno es pequeño, las Navidades eran la
leche porque te encontrabas con unos cuantos días de rascarte la barriga, y
encima para acabar te regalaban cosas como compensación a tu buena labor en
casa tumbado en el sofá. En la vida de adulto esto cambia porque te vas de
vacaciones y no te vas. Te vas para quedarte en casa poniendo lavadoras,
pintando una habitación o lo que es peor, te pueden llamar de tu oficina para
preguntarte por aquel informe que acabaste en Agosto de forma urgente y que
nadie lo ha querido leer hasta el día 29 de Diciembre en el que tú no estás por
allí.
Además, cuando eres pequeño no tienes que
regalar y esto, además de ahorrarte el dinero, supone que no tienes que pensar
nada sobre lo que a otra persona le gustaría recibir. Porque eso es lo más
difícil del mundo navideño. ¿Qué le regalas a alguien que ya tiene de todo lo
que tu bolsillo se puede permitir? Yo no tengo un coche descapotable pero
tampoco hay nadie de mi entorno que pueda permitirse pagar un coche así. Y te
pones a pensar:
Corbata
no usa. Libros no lee. Estilográfica para qué si no sabe escribir. Reloj sí
pero ya tiene 40.
¿Otro reloj? Maldita sea tu estampa
Pero no todo es malo. Lo bueno de las
Navidades es que nos une un poco a todo el mundo. Y lo mejor; que se acaban más
o menos rapidito.
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