Dedicado a mi amiga Silvia Abril.
Hace poco fui a una farmacia y me intentaron encasquetar un remedio homeopático. Como soy un tipo educado, me aguanté las ganas de mentarle al farmacéutico a la puta de su madre y me limité a preguntarle si se había sacado la carrera estudiando o de la patada de un mulo, pero con otras palabras. Hablando con él, me di cuenta de que no tenía mucha idea de en qué consistía exactamente la homeopatía y que vendía esos productos como el que vende la Power Balance: porque la gente los pide y hay quien dice que le funciona. Y al carajo lo demás. Para qué entrar a informarse un poco de si se trata de una estafa o una magufería. Así nos va.
He venido al mundo a hacer el bien, así que voy a explicaros de donde viene la homeopatía, porqué se hizo popular y en qué consiste (meto chistes de tetas para mantener la atención, tranquilidad en las masas). Vamos a empezar diciendo que la homeopatía es una práctica acientífica y 100% magufa.
Los cursos de formación de homeópatas tienen la misma validez académica que esto.
Al contrario de lo que mucha gente piensa, la homeopatía no es una medicina oriental tradicional (creencia ésta muy extendida) sino que tiene su origen en Alemania a finales del siglo XVIII y el nombre proviene de los términos griegos: “Homoeos” = semejanza y “Pathos” = enfermedad.
El pavo que se inventó esta historia, el médico Samuel Christian Friedrich Hahnemann (1755-1843), que durante muchos años sólo se dedicó a traducir libros, enunció sus principios teóricos en un ensayo titulado “Organnon der rationellen heilkunde” (“El arte de la medicina racional”).
La homeopatía se basa en la Ley de la Similitud (“Similia similibus curantur”, una sustancia es curativa si causa los mismos síntomas que la enfermedad) y la Ley de los Infinitesimales (cuanto más pequeña es la dosis de la sustancia administrada, mayores son los efectos en el paciente). No hace falta ser un experto en medicina para descubrir que estas dos leyes encierran dos disparates conceptuales.
Veamos esto con un ejemplo. Imaginemos que queremos desarrollar una cura para el insomnio. Recordemos que aquí el colega Samuel decía que lo similar cura lo similar. Bien, primero buscamos una sustancia que cause este trastorno. ¿Y qué causa insomnio más que un café cargado? Ya tenemos la sustancia curativa: la cafeína.
Siguiente paso, cuanto más se diluya la sustancia, más efectiva es. Samuel, cuando traducía sus libros de medicina antiguos, escritos por galenos o, como se los conocía en esa época, matasanos, reparó en que era una opinión común que los pacientes se les morían menos cuanto menor era la dosis de los medicamentos que se les administraban. En aquella época era normal que se tratara con tóxicos a los enfermos, como mercurio, arsénico, cianuro, etc. De ahí, la idea genial de la Ley de los Infinitesimales. Ya sabemos qué hacer con la cafeína: diluirla en agua a todo lo que dé. Y ya tenemos el medicamento homeopático para el insomnio: es el equivalente a echar una gota de café en una piscina olímpica. Y a precio de un solar en Barcelona, por cierto.
Fran Perea el que lo lea. Esto no tiene nada que ver con el artículo, pero es que si no digo alguna tontería, os dormís.
Otra máxima es que hay que aplicar tratamientos personalizados a cada paciente (“no hay enfermedades, sino enfermos”), lo que explicaría algunas curaciones debidas a esta práctica por el conocido como efecto placebo (la prestigiosa revista “The Lancet” realizó un estudio que concluyó que “la homeopatía es, simplemente, la ausencia de tratamiento”).
Los seguidores de esta práctica se defienden de las acusaciones de falta de rigor científico esgrimiendo la validez de la “teoría de la memoria del agua”, otro más de los absurdos de la homeopatía. Esta teoría, pergeñada por el fallecido biólogo francés Jacques Benveniste, viene a afirmar que “el agua tiene memoria y que esos recuerdos pueden transmitirse por la línea telefónica e Internet”, lo que podría explicar la supuesta eficacia de los preparados homeopáticos, la mayoría de ellos carentes de principio activo. Esto lo dicen en serio y os juro que no les da la risa.
Los descubrimientos de Benveniste le hicieron merecedor de nada menos que dos premios Ig Nobel (galardones otorgados a las investigaciones más absurdas) en 1991 y 1998. Lógicamente, ha quedado más que demostrado y, no había que esforzarse mucho, la invalidez de estos supuestos. Por mucho que se empeñara Benveniste, el agua no es capaz de “recordar” la presencia de una sustancia disuelta en ella una vez que la sustancia ha desaparecido.
¿Y cómo es que la mierda esta se puso de moda? La “culpa” la tiene la revista Nature, que publicó la investigación del gabacho. El experimento de Benveniste consistió en tomar una sustancia que causaba una reacción alérgica y diluirla repetidamente hasta que no quedaba nada más que agua pura. Aun así, según aseguraba el Flipy francés, esta agua todavía conseguía desencadenar una reacción alérgica cuando se añadía a células vivas.
John Maddox, editor de Nature, que es un tío listo, se dio cuenta de que la investigación de Benveniste traería cola, así que iba acompañada por un aviso: «Los lectores de este artículo podrían compartir la incredulidad de los árbitros. Por lo tanto, Nature ha solicitado que investigadores independientes observen la repetición del experimento.» El equipo de investigación fue liderado por el propio Maddox. Se unió el químico Walter Stewart… y el mismísimo James Randi, el Puto Amo (así, con mayúsculas).
¡¡James Randi, qué grande eres, coño!!
James Randi, o como lo llaman los escépticos, Tito James, propuso que se repitiera el experimento con dos preparados a analizar: soluciones homeopáticas y agua pura (controles), sin que los investigadores supieran qué muestras eran cuáles. Llegaron incluso a pegar las muestras al techo con cinta aislante (hay un documental del Discovery Channel que cuenta la historia). Pronto se descubrió que los resultados del laboratorio de Benveniste eran menos fiables que un MBA en Derecho Internacional Tributario de Paquirrín. Encontraron una combinación de controles descuidados o inexistentes, posible contaminación de equipos, manipulación de datos y selección de datos (seleccionando los resultados positivos e ignorando los negativos). Lo dijeron muy clarito en Nature: «Creemos que los datos experimentales han sido determinados sin criterio y no se ha informado adecuadamente de sus imperfecciones.»
A pesar de que ya se había descubierto el pastel, Benveniste no se bajaba del burro. Más tarde fundó una compañía, llamada Digibio, basándose en la Teoría del Agua: “el agua no sólo tiene memoria, sino que esta memoria puede ser digitalizada, transmitida por email y reintroducida en el agua”.
Yo trabajo como asesor en Digibio. Los sentidos homeopáticos son vé, olé, oí, gusto, tacto y telepatía cósmica. ¡Y el agua tiene memoria, chavales!
El caso es que el daño ya estaba hecho y la homeopatía se puso de moda con una pátina de respetabilidad. Y se convirtió en un negocio cojonudo. Los remedios homeopáticos son muchísimo más caros que los medicamentos “normales” y, en el mejor de los casos, únicamente presentan efecto placebo.
Os dejo un vídeo genial como fin de fiesta: el Suicidio homeopático.
yo un día ne la playa mee en el mar... que jodia es el agua que tiene memoria, el verano siguiente una ola me puso mirando a Cuenca.
ResponderEliminarNo todos los medicamentos homeopáticos lo son realmente, los hay con activos reales vegetales e inofensivos que suelen recetarse para bebés, mezclados con el agua para ayudar a aliviar mocos. El quid está en tomar mucha agua, claro, y es cierto que con la cosa esa dentro o en dosis durante el día el moco pasa antes del conducto nasal-respiratorio al estomacal y digestivo. También se han puesto muy de moda unos collares de (¿ambar?) que supuestamente alivian el dolor en los bebés durante la dentición, yo no creo mucho, más bien creo que mi hijo lo romperá y se tragará las piedritas pero ya que me lo dieron una vez se lo puse y coincidí con una visita médica por un resfriado, el médico de guardía me instó a quitárselo "no sea que hagas que de mayor le gusten los collares y esas cosas..." en fin...
ResponderEliminarY que duro es ver a compañeros de curro, con estudios, leídos y con dos dedos de frente para muchas cosas, llevar a sus hijos al homeopata...
ResponderEliminarcagate lorito!
Pero el agua estancada sí que tiene memoria... Era memoria lo que tenía???
ResponderEliminarBesotes gordos.
P.D. Como siempre, gracias, ;)
Genial James Randi:
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=BWE1tH93G9U
JL
"La homeopatía es inútil", dice el decano de la pseudomedicina.
ResponderEliminarEdzard Ernst carga contra lo que juzga una carencia de pensamiento científico entre los practicantes de su campo
http://www.publico.es/ciencias/379284/la-homeopatia-es-inutil-dice-el-decano-de-la-pseudomedicina
JL