Según El Mundo Today, un 12% de los niños andaluces no ha ido a contar un chiste a la televisión. De acuerdo a otras fuentes, sólo un 32% de los jóvenes de nuestra comunidad autónoma aún no ha salido en “Arrayán”, la telenovela más longeva de Canal Sur TV. Y yo formo parte del 68% restante que sí lo hecho. Porque sí, amigos, he sido actor en un culebrón. Es hora de contarlo todo. Y desde el principio, que es como deben contarse las historias.
Es que es ver esto y empezar a pensar que tengo hijos secretos por ahí.
Nos remontamos algunos años atrás (principios de la década del 2.000). Un jovenzuelo intrépido (yo), estudiante de ingeniería, comprende que lo importante en la vida es labrarse un futuro y decide pasarse las tardes en la Filmoteca de Córdoba y no en sitios improductivos, como la Biblioteca de la facultad. Durante cuatro años acudí a diario a ver películas de culto, en una fase vital que podría calificarse de gafapastismo y pereza. Me tragué los ciclos completos de Dreyer, Buñuel, Nanni Moretti, Todd Solondz y algunos más que ahora no recuerdo. Vivía para ver cine. Aquello sí era vida. Quería ser director.
Me quedaba hasta a los debates post película, que duraban horas y me lo pasaba pipa. Conocí a gente genial, como a Juan Antonio Bardem, Jesús Fernández o Fernando Trueba.
También me matriculé en varios cursos de escritura de guiones, montaje, etc. El que más me gustó fue uno que se llamaba “Puesta en escena para cine y TV”, que impartió Antonio Hens, un director de cine que entonces era conocido sobre todo por el corto “En malas compañías”, que ha sido de los más premiados de los últimos años.
Antonio Hens, que además de ser amiguete, tiene un pelazo.
El curso fue la leche. Vinieron actores profesionales (Pedro Alonso, Marisol Membrillo, Juan Carlos Rubio, Virginia Nölting, …) y los ponían a nuestra disposición para que los dirigiéramos.
A mí me tocó un texto de “La primavera romana de la señora Stone”, de Tennessee Williams, que me encanta, y me curré la escena un montón. Ensayamos varias veces y al día siguiente la interpretaron mis dos actores (Concha Galán y Bernabé Rico).
El caso es que lo hicieron exactamente como yo les había indicado. Qué difícil es ser actor y recordar todos los matices, movimientos y tonos de voz de una escena. Es complicadísimo además resultar natural y verosímil.
Ya estaba yo pensando en que iba a mandar a David Mamet a encalar fachadas, cuando Antonio Hens dijo: “No está mal, pero yo metería algunos cambios”. Y el tío, efectivamente, cambió dos detalles y la escena mejoró increíblemente. Eso sí era una escena redonda.
Entonces fui consciente de que me faltaba algo, esa intuición genial que tienen los que de verdad tienen aptitudes para el cine, esa capacidad de análisis,… No había que confundir el entusiasmo con el talento. Y ahí entendí que nunca sería director de cine. Lo mío era crear historias, ser guionista o escritor. Ahí sí me sentía seguro.
Al curso fuimos tres amiguetes (Alberto, JL y yo) y al final hicimos muy buenas migas con Antonio Hens, tanto que nos terminó invitando al rodaje de “Arrayán”. Y ahí que nos fuimos al mes de haber acabado el curso.
La serie, para el afortunado que no la conozca, es una telenovela cutre a la que están enganchados todos los jubilados. Antonio, que por aquel entonces no había rodado “Clandestinos” (la peli que le dio la fama), figuraba en los títulos de crédito con pseudónimo.
"Arrayán" se grababa en Coín (Málaga), en un set de rodaje que estaba tan hecho polvo que lo llamaban el Plató Kosovo. El ritmo era brutal, rodaban casi un episodio y medio al día (14 secuencias, en plan cadena de montaje de la Ford). Cada miembro del equipo sabía exactamente lo que tenía que hacer y no se perdía un segundo en tonterías.
La primera secuencia que vimos rodar fue antológica. La protagonizaban un niño cuellicorto de Coín, que habían contratado por cuatro duros, y Manolo Medina, que una vez vi por la tele que era el ex manager de Julián Contreras (que no sé muy bien quién es), y que entonces era conocido por haber salido en un reality: “El Bus”. Era el calvo del Bus, nada menos. Una celebridad.
A la derecha, el calvo de marras. Un actor de categoría.
En teoría la cosa era sencilla. El calvo del Bus estaba en un hotel, rompiendo con un cuchillo una alfombra del pasillo, porque debajo se ocultaba algo que tenía que recuperar como fuera (no recuerdo qué, la verdad). En ese momento, aparece el niño, que está jugando con unos coches en miniatura y que le pregunta al calvo qué que hace. El calvo se pone nervioso, le grita para que se vaya y lo agarra del brazo con fuerza. El niño dice “Déjame, déjame, me “hases” daño” y sale corriendo. El calvo sale detrás del niño para tratar de que no monte un escándalo y tropieza con los coches de juguete. Se cae y se lastima la rodilla. Como podéis ver, ni Orson Welles ni su puta madre, esto sí es grande.
En el primer intento, cuando el calvo coge al niño por el brazo, el pobre chaval tarda como unos diez minutos en decir “Déjame, déjame, me “hases” daño”. ¡Corten!
Una regidora, con una camiseta rosa con el logo de Playboy, y que se dirigía a todo el mundo diciendo “Cariño, cielo, amor, ricura”, pero que daba miedo, le dijo al niño que hiciera el favor de responder inmediatamente cuando le aprieten el brazo y que saliera corriendo hacia su marca, que estaba entre las dos cámaras (se rodaba con dos cámaras a la vez, a lo Kurosawa).
La segunda vez, el niño dice su texto de puta madre, agacha la cabeza y se sale corriendo directo hacia una de las cámaras. Se pega una hostia importante contra la cámara y se revuelca por el suelo, visiblemente dolorido. Su madre lo consuela.
Lee Strarberg a los albañiles y su Método a la basura. El niño sí que sabía cómo interpretar el dolor mediante la introspección.
En esto, la regidora aparece gritando, con un vocabulario que haría enrojecer de vergüenza a un camionero curtido, se va hacia el ser cuellicorto y dice muy seria: “¿Tú sabes lo que vale una lente de una cámara de estas? Como el puto niño se haya cargado la cámara, lo mato”.
El calvo había partido los coches de plástico al pisarlos y se había jodido la rodilla de verdad al caer.
Tercer intento. El niño juega con una rueda y un trozo de capó (no quedan coches enteros), pero todo sale más o menos bien. Presenciamos la magia del cine.
Mientras tanto, Alberto, JL y yo nos dedicábamos a hablar con los actores y miembros del equipo técnico, preguntándoles de todo, porque alucinábamos de la velocidad a la que funcionaban. Y no, el secreto no es la farlopa.
El elenco de actores era brutal: Remedios Cervantes, un tipo con una coleta que no lo conocían ni en su casa, deshechos de tientas de OT, GH, Miss y Míster España, etc. Lo mejor de cada casa, vamos. También había actores muy buenos que tenían que pagar la hipoteca, claro.
La segunda secuencia cuyo rodaje presenciamos, tenía lugar en una discoteca. Lo alucinante de los platós de TV es la división entre distintos espacios. En este caso, medio plató era una discoteca y la otra mitad, un dormitorio (ay, si en la vida real fuera tan fácil).
Aquí los de producción tiraron la casa por la ventana: contrataron a un mago profesional… Profesional de la hostelería o algo, porque como mago era más malo que mandar a la abuela por droga.
El argumento era brutal. Dos ex amantes se encuentran por casualidad en una discoteca y tienen que fingir delante de la gente que ya no sienten nada el uno por el otro, mientras participan de un frívolo truco mágico. ¿Acaso no es el público del bar un trasunto de la sociedad misma que observa con curiosidad y severidad el juego en el que se ha convertido la vida de nuestros protagonistas? ¿No son juzgados de alguna manera por tener que someterse al aplauso del público? ¿No resulta dolorosamente irónico que el truco del mago consista en unir los trozos de algo (un pañuelo) que estaba roto? ¿Acaso no piensan los amantes al recomponer el pañuelo que éste no es más que una metáfora de sus vidas (rotas pero susceptibles de ser recompuestas)? ¿No es una broma del destino que el mago eligiese precisamente a ella entre el nutrido grupo de extras de Coín?
Entonces nos preguntaron si queríamos salir en la serie. Alberto dijo que sí, pero que solo si podía llevar un gorro muy raro que se había traído. Se quedó fuera porque no quería renunciar a su gorro.
JL y yo nos animamos. En un rato nos dieron las nociones básicas de lo que teníamos que hacer. JL ayuda al mago a hacer el truco y yo mejor no cuento en qué consistió mi papel estelar, porque cada vez que lo veo me muero de vergüenza. Fueron cinco minutos que hicieron historia en la TV. La apoteosis de la vergüenza ajena.
Cuando, años después, Antonio Hens tuvo que montar un resumen de la serie, dejó los cinco minutos intactos, como una broma privada, y me mandó un mail (que conservo): “ (…) Sales tú, bueno, no eres tú, es el chico que estudiaba hace ya tres años. Me parto y me partía mientras estaba reeditándolo. Tu cara es inenarrable. Una suerte de Buster Keaton, salvando las distancias, claro, que no da crédito a que ESO sea posible. No te lo pierdas. Y si lo ves un poco puesto, mejor”.
Y lo vi, claro, con cuatro copas encima. Y me reí un montón. Ahí empezó mi declive como estrella de los culebrones.
No dejarás nunca de sorprenderme, para bien...claro está, jajaja!
ResponderEliminarTe has librado, porque antes no estaba el youtube, ni tanta camarita...sino tendrías que ir de incógnito por la calle!
En cuanto al señor alopécicomartínez, sigue haciendo cosas, incluso teatro, que cuando vi el cartel, aquí en Málaga (nada menos que en el Teatro Alameda) me tuvieron que poner el desfibrilador a máxima potencia. Locura!
Y lo más bonito de toda la historia, mejorando lo presente, es saber que conociste a Marisol Membrillo. Adoro a esta mujer!!
Grande Juan!
Muaa!
♫♫♫
ResponderEliminar¿Quien es ese hombre q me mira y me desnuda? ♫
Una fiera inquieta que me da mil vueltas ♫
y me hace temblar, pero me hace sentir mujer ♫
Nadie me lo quita ♫
Siempre sere yo su dueña ♫
Por la que no duerme ♫
Por la que se muere ♫
por la que respira ♫
Yo soy su mujer. ♫
http://teatroalameda.com/programacion/dos-hombres-solos-sin-punto-com-ni-na
ResponderEliminarLo que te comentaba en el mensaje...para morirpordios!!jajajaja!
muaaa
Qué gran galán se ha perdido España!!!
ResponderEliminarY si te he visto... Cada vez que voy a casa de mi hermana, me tragó con ella algún capítulo de "Arrayán" porque son impagables, con una copita, claro.
Besotes gordos.
P.D. Fui a concursar a "Soy el que más sabe de TV del mundo" y me ganó un gañán con un lapislázuli rojo como amuleto.