domingo, 26 de junio de 2011

EL CASO WITTELBERG. CAPÍTULO II


Os dejo la segunda entrega de El Caso Wittelberg. El primer capítulo lo podéis leer aquí.



CAPÍTULO II. LOS ENSAYOS MÚSICO- FILOSÓFICOS WITTELBERGIANOS: DESCORRIENDO EL VELO DE LA IGNORANCIA.

Me produce una inmensa pereza el tener que responder al artículo “La verdad sobre Wittelberg”, escrito por un “ilustre” colega, como reacción a la publicación del primer capítulo de “El Caso Wittelberg”. El conjunto de inexactitudes, sandeces, leyendas urbanas y sofismas con el que adorna su repugnante libelo constituye todo  un ejemplo de la decadencia de la Universidad actual. ¡Qué fácil resulta mirar con altivez al resto del mundo desde las imponentes alturas de la Cátedra de Literatura y Resistencia de Materiales!

Querido lector, tras el cobarde pseudónimo se esconde nada menos que un catedrático cuya mayor aportación a la Literatura consiste en un estudio titulado “La resistencia a tracción del hormigón armado en el teatro de Shakespeare”.

Desde estas líneas desmontaré sus absurdas teorías que caerán como un castillo de naipes azotado por la tempestuosa fuerza de los vientos del Método Científico.

Hoy indagaremos en una etapa vital y creativa de un Wittelberg que se nos antoja apasionante: los años en el Conservatorio de Valcañete.

Nuestro admirado Wittelberg ingreso en el citado Conservatorio a los dos meses y medio, una edad que sus profesores consideraban demasiado tardía para que llegara a ser alguien en el difícil mundo de la música. Siendo apenas un niño y, atraído como estaba por la composición musical, la filosofía de vanguardia y las teorías de la escuela cognoscitiva decide entregarse por completo, con despreocupado entusiasmo, a fundir en una sola disciplina la música y la filosofía.

Así escribe un primer ensayo, que él llama “aproximación intuitiva a los dos mundos”, con el título de “Los juicios sintéticos a priori y la botella de anís que se toca raspándola con una cuchara: dos corrientes convergentes”.

Es por aquellos años cuando coincide en la clase de Prehistoria del Mambo con Ludwig Van der Havoc, un joven introvertido que se convertirá en un buen amigo del artista y le descubrirá una manera de entender la vida que fascinaría al entonces imberbe Wittelberg: el idealismo realista. (Nota: la influencia de Van der Havoc en la filosofía wittelbergiana será tratada en otro artículo).

Tras este primer éxito en el reducido círculo de la vanguardia intelectual de Valcañete, se decide a continuar con la tarea que se había marcado y se adentra en el intrincado universo de la semiótica musical. Wittelberg vuelve a la carga con “Musicología cognitiva y cognitivismo musical: Interacción y prospectiva”, que, a pesar de las intenciones pedagógicas del autor, acaba resultando una guía turística de bares de tapas. El sólido prestigio del que gozaba Wittelberg por su ensayo anterior no bastó para lograr su propósito: no encuentra editor porque el título es demasiado largo y no cabe en la portada de una edición de bolsillo. Angustiado, se decide a cambiar el título del ensayo por “La escucha como modelo de enacción y la siesta como modelo de inacción”, obteniendo el mismo y pobre resultado.

El manuscrito de esta enigmática obra se conservaba en la Escuela de F.P. de Módulo 1 de Registradores de la Propiedad, hasta que un incendio en el laboratorio de prácticas la destruyó.

Son esos unos días de fiebre creadora. Maravillado por la lectura de la obra de Proust escribe en sólo quince días la novela “Si pesa más que un pollo, me la follo”, en la que se atisba la gran influencia del escritor francés en el estilo narrativo de Wittelberg; de hecho la novela es idéntica a “A la sombra de las muchachas en flor”, sólo que cambiando los nombres de los personajes.

Este nuevo libro le devuelve el favor del público y trae asimismo consigo la envidia de parte de la comunidad literaria que tilda la obra de plagio, acusación de la que Wittelberg siempre se declaró inocente a pesar de las evidencias.

“Entre el giro lingüístico y el guiño hermenéutico: la nula importancia de la pandereta en el canto gregoriano” constituye su vuelta al redil de la investigación creativa filosófico-musical. Tras publicar este ensayo marcha a Bruselas a comprar el periódico y permanece allí siete meses, tiempo durante el cual mantiene una intensa correspondencia con Encarnita y con su amigo Van der Havoc, del que siempre dijo que escribía unas cartas ingeniosamente brillantes a pesar de no entender su letra.

A la vuelta del viaje, donde le sucedieron hechos notables que tiempo tendremos de comentar en su debido momento, se embarca en la última de sus investigaciones y escribe “La paradoja del pan de molde”, denso ensayo en el que trata de descifrar que cosa es aquella de las Affordances y las Umwelt, conceptos que siempre estaban en boca de todos los musicólogos, llegando a la conclusión de que se trataba de dos albinos travestidos que solían animar las fiestas de la “Sociedad de Amigos de la Categorización Semiótica y el Onanismo Creativo”.

(Continuará)

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