sábado, 14 de mayo de 2011

JUERGA DE SOLTEROS


Confieso que he dudado sobre qué escribir hoy. Tenía dos ideas en mente: contar las peripecias de mi viaje a Estambul o confesar que el día que fui a visitar a unos amigos, que vivían en Central Park West en NY, me encontré en el ascensor con Kevin Bacon y le hice creer que nos había presentado Antonio Banderas en Las Vegas y que yo era jugador del Real Madrid, pero no me parecía que las anécdotas tuvieran suficiente chicha para el blog.

Entonces me acordé de una de las experiencias más surrealistas de mi vida: una despedida de soltero en Benalmádena. Que vosotros diréis, qué coño, cuenta lo de Kevin Bacon, pero para qué si lo más relevante ya lo he dicho.

Seguro que muchos de vosotros habéis viajado a NY, pero ¿cuántos habéis estado en una despedida de soltero en Benalmádena con un grupo de policías, eh? El caso es que dos amigos se casaban el mismo mes (cada uno con su mujer respectiva, a ver si me explico) y, como tenían amiguetes en común, decidieron hacer la despedida de soltero juntos. Uno de ellos es poli, así que se trajo a un montón de maderos para la juerga. Y os aseguro que un policía de fiesta da mucho miedo. Por una alineación de planetas extraña, se decantaron por Benalmádena para montar el lío. Aquello iba a durar todo el fin de semana.

El viernes por la tarde llegamos al EUROPARK 74, magnífico apartahotel que sería nuestro cuartel general en la despedida. El EUROPARK 74 desafía cualquier intento de descripción. Hay que tener en cuenta que cuando uno organiza algo es realmente difícil contentar a todo el mundo. En la despedida éramos más de veinte y, como en todos los grupos, había de todo: unos querían ir a todo trapo, otros opinaban que para el ciego que íbamos a pillar con una cama en cualquier hostal cutre era suficiente y la mayoría se dejaba llevar y se metería donde fuera con tal de no tener que ocuparse de organizar nada. Finalmente, acabamos en ese apartahotel, que podría decirse que era el paraíso para cualquier amante del landismo ya que te transportaba a otra época. Era entrar allí y sentir el deseo irresistible de ponerse  un Meyba y tratar de ligarse a una sueca. José Sazatornil, Saza, hubiera disfrutado como un chino.

 Grandes películas, como “Pepito Piscinas” bien podrían haberse rodado allí.

El EUROPARK 74 tiene ese nombre porque cuando lo inauguraron, allá por 1.958, les debió parecer que poner 74 en el nombre sonaba como muy futurista. Desde entonces, el apartahotel no ha sufrido ninguna reforma: no se ha pintado desde esa fecha ni cambiado un triste azulejo (“Sería como atentar contra el estilo de la casa, romper su esencia”, nos comentó el recepcionista).

También nos contaron que Santiago Calatrava, al ver el edificio sufrió un síncope y tuvo que irse a diseñar un aeropuerto modernillo para recuperarse.

El edificio del EUROPARK 74 tendría unas 12 o 13 plantas, cada una de ellas con 30 habitaciones temáticas. Esto se notaba porque cada puerta era de una madera y forma distinta. A mí me tocó la suite Manolo Gómez Bur.

En cada habitación había una cocina americana, un cuarto de baño kistch y cuatro camas más incómodas que dormir en el suelo. De aire acondicionado ni hablamos, ya que ni siquiera se podían abrir las ventanas. El único aire que había entraba desde una mini terraza. En fin, por 20 euros persona y día, no podíamos pedir más y lo cierto es que al final llegábamos al EUROPARK por la noche hechos polvo y ni reparábamos en los detalles.

La salida del viernes noche no fue nada del otro jueves. Decidimos ir en taxi porque queríamos copear tranquilos y acabamos en un chiringuito cutre haciendo cola para pagar las copas caras. Lo más curioso es que íbamos a ir a otro sitio, pero el primer taxista que nos recogió en el hotel y que hacía de guía del resto (en Benalmádena sólo hay un taxista que controla las direcciones y los demás le siguen), iba de coca hasta los ojos y se empeñó en que había que ir al chiringuito de las narices. Finalmente, terminamos allí por inercia y nos relajamos un poco (en Benalmádena los taxistas no conducen, se la juegan).

Esa misma noche comenzó el cambio de personalidad. Yo, como todo el mundo, me aburro un poco de mi vida. Recientemente leí una entrevista de Jack Nicholson donde decía que era un auténtico coñazo ser Jack Nicholson todo el tiempo, que se aburría de sí mismo. A mí me pasa un poco igual, así que a veces me invento un personaje y paso el rato. Generalmente, A. (uno de los que se casaba) también se transforma en el suyo y después nos reímos mucho recordándolo, como cuando en la Feria de Córdoba empezó a decir que era Médico, especialista en Bukakke (“Bukakkólogo, nena, bukakkólogo”). Bueno, pues esa noche, como estábamos rodeados de los amigos de J.L. (la otra víctima), que eran todos policías, nos dio por decir que éramos GEOs (en realidad, algún GEO había en el grupo).

A una chica rubia, A. la convenció que él era el Jefe del Operativo y que estábamos en Benalmádena celebrando una operación en Barcelona (Operación Butifarra Duradera) que había ido muy bien. Yo salí al quite explicando cómo, en un alarde de valor sin precedentes, A., que en realidad no podría ganarle en una pelea ni a un octogenario maniatado, redujo a un ruso de 2 metros con antecedentes por asesinato, poniéndole la bota en el cuello. Como bien le explicó A. a la rubia: “A mí me ves y piensas que no tengo media hostia, pero podría tumbar a cualquiera de este bar. Todo es técnica, sangre fría y cojones, pero sobre todo técnica. Y ser pura fibra”. La tipa se lo creyó porque estaba oscuro.

 En plena Operación Butifarra Duradera.

El sábado, tras volver de un entretenido viaje en un barco que alquilamos, fuimos a cenar al Hotel Europa, un restaurante con espectáculos erótico-festivos para despedidas de soltero, regentado por un doble de Chimo Bayo.

No creo que se pueda comer peor que en el Hotel Europa, si es que a eso se le puede llamar comida. Las camareras que servían las mesas de los chicos iban convenientemente disfrazadas de felatrices o meretrices con menos ropa que el que se está bañando, mientras que las mesas del sector femenino eran servidas por tipos cachas con pajarita y sin camisa. Por lo que se ve, esta idea  la sacaron del libro “Urbanidad, cortesía y decoro. El hombre fino”.

 El guardaespaldas – gerente.

La cena estuvo amenizada por un señor vestido de señora que hacía chistes también de un gusto exquisito. Veamos algunos ejemplos:

- ¿De dónde eres?
- De Las Palmas.
- ¡¡¡Ay, con lo que me gusta a mí un buen plátano de canarias!!!

O también:
- ¿Y vosotros de donde venís?
- De Albacete.
- ¡Cuando quieras me la metes!

El travesti, no llegaba a drag queen el pobre, animador de la fiesta, pronunció una de las frases del fin de semana que también quedará para la Historia, tras llevarse un rato metiendo mano a un grupo de monitores de gimnasio que se sentaron dos mesas más allá de la nuestra. La frase es cuestión fue: “Huy, nena, cómo me estoy poniendo. Tengo el clítoris apepinado, se me ha olvidado ponerme el esparadrapo”.

¿Cómo terminé en un sitio así? No lo sé, a veces la vida te lleva a situaciones absurdas y uno simplemente se deja llevar.

El domingo volvimos a casa y no conté a nadie mis aventuras en Benalmádena. Hasta hoy

6 comentarios:

  1. "La tipa se lo creyó porque estaba oscuro." Eso me suena totalmente a 'calla que no veo', o 'apago la radio para aparcar'. jajaja!
    Tus post me alegran el día, que lo sepas!

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  2. Es la primera vez que leo tus experiencias....pero no va a ser la última. Gracias

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  3. jajajaja... al final?...nada interesante de la doble despedida???!!!...vaaaamosss, te las guardas!...cuéntanos che!

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