lunes, 19 de septiembre de 2011

LA CIBERQUEDADA (por @DRioja)


Hoy, en Also Starring, una divertido texto escrito por mi amigo David Rioja. Me ha parecido extrañamente familiar y me he reído mucho. ¡A disfrutarlo, muchachada!

LA CIBERQUEDADA (por @DRioja)


 Hace unos días, tras intercambiar algunas anécdotas con el autor de este blog, éste me animó a hacer una entrada contando alguna de ellas, teniendo en cuenta que se trata de una de las pocas personas que ha conseguido hacerme llorar de la risa al leerle, me dije que coño, yo no tengo ni puta gracia, así compensamos un poco.

Así que me dispongo a contar el día que me acosaron sexualmente. Os cuento esta historia porque tiene mucho que ver con internet, esos primeros chats cuando las tarifas planas no existían y había que comprar bonos de internet, que viejuno me siento ahora que lo he dicho.

El caso es que un amigo de toda la vida tenía un medio rollete de chat, y se le había presentado la ocasión de sellar su amor, con semen para ser más concretos. Para ello debía acudir a una cena en una bonita ciudad del sur, pero le daba rollo ir solo, así que me pidió el favor. La verdad es que no me apetecía demasiado, pero a esas edades la posibilidad de polvo era remota, y no se le podía hacer ese feo a un colega.

Y ahí empieza la aventurilla, cuando llegamos a la estación de tren ahí estaba la organizadora y un par de personas más, que amablemente vinieron a recogernos, de ahí nos llevaron al hostal y luego a tomar algo. Aquí hago un pequeño inciso, y es que la habitación la compartíamos mi amigo, un tipo de Barcelona al que no conociamos y yo.

En este tipo de reuniones sociales hay varios tipos de asistentes, en toda quedada chatera que se precie existe una señora de avanzada edad, sus nietos la enseñaron a chatear y por lo general quiere mucho al personal con el que chatea, a más jóvenes más amor. Luego está el romántico que es aquel que se presenta a la cita con una rosa por cada asistente femenina, según las está entregando decide a quien quiere llevarse a la cama, este espécimen es insaciable, si puede llevarse a más de una no dudará en hacerlo. También tenemos asistentes más comunes, que también existen en otro tipo de eventos, como pueden ser bodas y bautizos, esos que antes de empezar a comer ya están absolutamente borrachos, se ponen las servilletas en la cabeza y no dudan en salir a la pista de baile, aunque no suene música alguna.

Ni que decir tiene que a mi amigo apenas le vi en todo el fin de semana, y cuando lo hacía no sabía donde empezaba él y donde acababa su acompañante, así que ahí me vi yo sólo, rodeado de gente a la que apenas si había intercambiado un par de frases. Yo cuando estoy cortado no hablo, solo me salen monosílabos, así que mis conversaciones eran del tipo:

- ¿Y tú de dónde eres?
- Madrid.
- ¿Y qué tal te lo estás pasando?
- Bien.
- ¿Es tu primera quedada?.
- Si.

Y así hasta que se iban murmurando en susurros lo gilipollas que era. Excepto una chica, ella no necesitaba que yo hablara, se sentó a mi lado, y estuvo dándome conversación toda la cena, que maja ella, y después de la cena, pues también a mi lado hablando y hablando, y hablando y hablando, hasta que de improviso, ZAS, beso en la boca, joder, no me dio tiempo ni a hacerle la cobra, menuda velocidad tenía la tipa, eso debía ser algún tipo de arte marcial milenaria. A ver como digo yo esto sin que suene impopular, que si la chica hubiera estado bien, pues no digo yo que hubiera aprovechado la coyuntura, bueno, tampoco hubiera necesitado que estuviera bien, con que al mirarla a la cara no me hubiera recordado el caniche de mi abuela me hubiera valido.

 Retrato de la chica (dramatización)

De la manera más educada que pude le dije que no me interesaba, utilicé el recurso de “es que acabo de salir de una relación y todavía no lo he superado”, pero coño, se ve que su cruzada era hacerme olvidar a mi ex. Si me ponía a bailar ahí venía y se me agarraba, si me veía sentarme salía corriendo y se me sentaba en las piernas, daba igual que estuviera al otro lado del garito. Yo ya estaba muy agobiado, así que decidí que era hora de irme al hostal. No sé porqué me dio por inventarme que estaba malo, y que por ese motivo me iba, pero en qué hora, por supuesto se ofreció a hacerme de enfermera y amablemente quiso acompañarme a la habitación, coño, es que empezaba a encontrarme mal de verdad. El caso es que hice el esfuerzo y me quedé. Las siguientes horas fueron un infierno, si no me pregunto quinientas veces si estaba bien no me lo preguntó ninguna, yo solo quería que se acabara esa noche del infierno.

Sobre las seis de la madrugada el grueso de la gente decidió que era hora de ir a desayunar, y tiramos hacia una churrería cercana al hostal, yo no tenía hambre, y aproveché un despiste de la susodicha para escapar. Llegué a la habitación prácticamente corriendo, no podía arriesgarme a que me viera, y no tardé ni dos minutos en estar acostado, aliviado de haber salido vivo. No habían pasado ni 10 minutos cuando oigo la puerta abrirse lentamente, y sin ningún otro ruido, noté como se abría la ropa de mi cama y alguien intentaba entrar en ella. Esto me confirmó que era algún tipo de ninja la hija de la gran puta. Me defendí como pude y logré evitar que entrara. Durmió en la cama de al lado, en la de mi compañero que por supuesto estaba mojando el churro como un campeón. Yo no pude pegar ojo.

1 comentario:

  1. ¡Qué poca caridad cristiana! "Dad de comer al hambriento" Y por extensión "Follad a la salida desesperada". Ya, ya, ya. Ya sé a quién no voy a acudir a pedir "un favorcito" cuando la libido me salga por las orejas.

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